Quizás, y digo quizás, no hay punto más básico e importante en la Formación Programada para las Empresas que el de la relación de la acción formativa con la actividad de la empresa y/o puesto del trabajo del participante.

Ayer pasé la tarde preparando la documentación para una de esas hojas de actuación que aparecen por sorpresa y a una empresa bonificada le solicitan la revisión ex-post de inmediato de una media de seis cursos ya realizados hace meses, en los que veteasaber si el alumno se acuerda.

En esas hojas de actuación nos encontraremos con el detalle (en observaciones, casi ninguneado) de la relación de la AF con la actividad de la empresa y/o puesto de trabajo. Así que, (aquí el ArT consejo de hoy) junto a toda la documentación que solicitan para presentar, debemos de realizar un escrito justificativo que reafirme el porqué se ha realizado esa formación, ya puede ser por la actividad profesional de la empresa o bien por necesidad directa del/-los alumno/-s. Conviene demostrar que esa acción formativa surge por alguna razón justificativa.

Eso me llevó a plantear dos cosas por encima de todo:

En primer lugar, el enfoque que la Fundación Estatal le está dando a la Formación Programada para las empresas, alejado del mundo pre Real Decreto del 2015, donde la formación tiene un valor añadido y ensalza la mejora competencial, bien de las empresas o del talento de sus empleados. Lejos quedan los cursos de corte de jamón (los he llegado a ver online, ONLINE!) y aquellos centros que regalaban bolsos a cambio de cursos facilones. Volver a dar valor al concepto «curso» es un plan a largo plazo que, poco a poco, va definiendo sus bases.

Por otra parte, me di cuenta que, en el fondo, es una parte esencial de la Formación Programada pues,  se puede remitir copia de todos los listados impolutos y justificar el mejor de los curriculums profesionales del formador que, si la empresa es una gestoría contable y se ha realizado un curso de cupcakes, más bien vale que nos hayan sobrado madalenas porque nos va a faltar azúcar cuando tengamos que devolver el dinero bonificado.

En definitiva, no hay mejor formación que la que se necesita de verdad, aunque toda formación sea bienvenida y nunca dejemos de aprender pero, porsiacaso, el jamón mejor acompañado de una tapa y el cupcake con café y sacarina. O como bien se ha dicho siempre: zapatero a tus zapatos.